Antes del emotivo funeral de la convertibilidad cuando uno iba a El Desnivel se sentía cómodo, cenaba tranquilo, hablaba con los comensales de las mesas vecinas en nuestro idioma, el mozo hacia su trabajo relajado porque no tenía que andar traduciendo y explicando palabras cómo morcilla o chinchulines. Hoy los mozos de ese restaurant tienen el quíntuple de trabajo, corren, sudan y soportan, (mejor dicho) sufren indeseables histeriqueadas bilingües. Porque es sabido que las extranjeras no entregan, (al menos no concretan con el mozo alto que a todos les dice: amigo). El Desnivel es la metonimia de una Buenos Aires inundada de rubios altos y “lindos”, esa ciudad, ese San Telmo, esa calle Defensa y ese restaurant parece ser la imagen generadora que inspiraron al autor del blog The Buenos Aires Affaire a escribir el siguiente post que también podría haber sido escrito con menos gracia por Ricardo Iorio:

Extranjeros en Buenos Aires

Empezaron a desembarcar en estas playas tímidamente en el año 2002.

La megadevaluación resultó un aliciente más poderoso que la violencia que se había instalado en el país y que se difundió generosamente en todos los medios del mundo. Parece que hay agencias especializadas en detectar las ciudades baratas del planeta.

En los años de la convertibilidad la camiseta albiceleste, la de Boca, la de River, hasta la de Estudiantes de la Plata se podía encontrar en todo el mundo, desde escalando las Torres Gemelas, hasta en las callecitas de Moscú que tienen ese "no sé que".

Pero en estos años, en que la taba se dió vuelta, nos han literalmente invadido. Se los puede ver ya no circulando por Florida, sino haciendo excursiones por Pompeya, Tilcara y Las Tombas (algún pueblito con ese nombre debe haber). Bailar tango, tomar vino y levantarse nuestras mujeres parece ser el lema de muchos de estos visitantes.

¿Desearemos pronto que vuelva el 1 a 1, o mejor 0,50 a 1?